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sábado, 8 de marzo de 2014

What if...

Hay ciertos momentos, generalmente cuando invade el insomnio que me da por pensar en los "hubiera". Taladra en mi cabeza el what if... y es difícil no dejarse llevar por todas esas posibilidades inexistentes pero que duelen a veces más que las reales. Qué tal que en lugar de haber hecho tal hubiera hecho esto otro, que hubiera pasado si en vez de girar a la izquierda me iba a la derecha, ¿y si hubiera dicho que no? ¿o que sí?

Ayer me pasó. Vi algo en internet, vi lo que alguien contestó, vi con quien estaba relacionado ese otro y ¡BAM! llegué a alguien en quien no quería pensar, porque si bien no había relación directa, sí causó un efecto en mi vida. Y ahí me tienen, siendo las 3 de la mañana y dándole vueltas a algo que no tiene solución y que si la tuviera no se iba a resolver en la madrugada de un viernes. Pero en verdad no la tiene. No la tiene porque no se trata de una acción concreta que hay que realizar, además que pasó ya tanto tiempo que es un pasado inalcanzable.

Y puedo pasar horas, horas llenas de situaciones hipotéticas, respuestas probables, escenarios plausibles. ¿Sirve de algo? no lo creo. Pero es imposible de dejar de hacer. A lo mejor es mi tendencia a creer que puedo controlarlo todo, que yo soy la causante de cada una de los pasos que doy y no es el azar, el viento, el destino o Dios quien me va llevando de aquí para allá, a veces triste y otras veces no tanto.

Lo curioso es que en ningún escenario alternativo encuentro la felicidad. Pienso en qué tal que hubieran sido las cosas distintas con X o con Y, pero en todo caso, no me acaba de convencer ese final. Se que esos escenarios no eran para mí. Y a lo mejor en este momento siento vacío e incertidumbre, pero eso quiere decir que puedo llenarlo con lo que yo quiera, con lo que de verdad desee.

Tal vez la pregunta que sí vale la pena tener entonces en la cabeza, si no muy presente, por lo menos a la mano, es ¿qué deseo? para no ir a tientas. Quizá eso me deje dormir temprano.