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lunes, 1 de abril de 2013

Entre proyecciones thanáticas te veas...

Hay personas que viven proyectando su pulsión de muerte y otros son quienes la cargan. Una de ellas es mi madre. Y los pobres animales son las víctimas de sus defensas primitivas.

Lo explico. Nunca ha sido muy hacendosa ni muy responsable que digamos, así que las mascotas sobreviven por obra y gracia de Dios. Pero de un tiempo a la fecha, es más evidente que los pobrecillos animalitos se han convertido en el blanco de sus proyecciones thanáticas. Quizá podría empezar a contar desde la Doris, mi perrita french poodle. Me la compraron cuando yo tenía como 11 años, y vivió como 10, un día me llamó mi mamá diciendo que la habían atropellado porque se salió a la calle y se atravesó sin fijarse. Eso fue hace como 10 años.

Años después llegó la Frida, otra perrita de la misma raza. Vivió como 5 años hasta que hace 2, con la enfermedad de mi tía Rosa todo se desequilibró. Poco más de un mes después de su muerte, la Frida la acompañó. Mi mamá explicó que se había enfermado o le había dado una infección o algo así... no lo supo explicar muy bien, pero tampoco se veía muy preocupada.

Después compró a la Cherry. Esa sólo duró unos cuantos meses porque se la robaron afuera de la casa. Si. Tal cual. Simplemente desapareció.

Finalmente adoptó a la Pinky, una perrita sorda, pequeña. Se la pasaba quejándose de ella, se enfermó varias veces y si no hubiera sido porque yo la llevaba al veterinario, quizá hubiera muerto mucho antes. Pero ahora que se quedó sola porque mi hermana se fue a trabajar a otra ciudad y yo no había ido a visitarla, simplemente un día llamó diciendo que se le había perdido. Días después confirmó que se había muerto, también atropellada.

Lo peor es que nunca parece preocupada, angustiada. Es como si hablara de los jitomates, de la novela. Mi mamá tiene la edad mental de un niño de 5 años. Y sus reacciones lo demuestran. Ayer me decía: ay, quisiera comprar otro perro... para ella las cosas son así: se rompió, ni modo; se murió, ni modo.

Esto me sirve para varias cosas. Primero para entender que así es ella. Y que por lo mismo no le puedo pedir que me de algo para lo cual no está configurada. Segundo, que agradezco haber sido cuidada por otra persona, porque quien sabe qué hubiera sido de mí en sus manos. Es triste saber que así es ella, pero es parte del ser adulto el asumir que los padres son como son. Ni más ni menos.