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domingo, 2 de febrero de 2014

Consideraciones psicoanalíticas en torno al incesto

Transcribo esto a propósito del escándalo surgido de las acusaciones a Woody Allen de abuso por parte de su hija. Es un tema complejo, donde es muy fácil reaccionar y ponerse de uno u otro lado. Si algo me ha enseñado el psicoanálisis es a ver sin juzgar y a entender que en una situación todos tienen responsabilidad, las cosas no son blanco o negro. Esto no significa que quien comete un delito debe cumplir una sanción ni que esté justificando actos que lastiman para toda la vida el desarrollo de la personalidad en pos de "el arte/el artista". El caso es que muchas veces nos olvidamos de que una familia funciona basados en una dinámica muy particular, y así como en las familias con un miembro alcohólico o adicto, todos colaboran en la aparición de ese síntoma, en el caso de las familias donde se comete incesto también sucede algo similar. El siguiente texto es una transcripción de una parte de un capítulo del libro "Madre, Virgen, Puta" de E. Welldon.

LA MATERNIDAD SUSTITUTORIA. ¿LA PUTA COMO SOBREVIVIENTE DEL INCESTO: QUIÉN ES RESPONSABLE?

(...) Los niños que han sufrido abusos sexuales suelen demostrar un comportamiento seductor o sexualmente provocador, es la única forma que conocen para llamar la atención, y es, sin lugar a dudas, la consecuencia secundaria de que se les haya enseñado que se espera de ellos un comportamiento sexual (O. Jones y Bentovim, 1984). La actitud de sabelotodo y su tendencia al autosacrificio, a la ostentación y a la autodestrucción podrían explotarse amargamente en la edad adulta (...) La mayoría de los sobrevivientes del incesto pueden atraer a lo largo de sus vidas parejas sexualmente agresivas o exigentes. 

El poder del incesto a la hora de producir reacciones emocionales exageradas es tal, que los psicoterapeutas podemos llegar a olvidarnos con facilidad de nuestra postura como tales, y por el contrario, tomar partido por una de las partes. La contratransferencia puede verse afectada, ya que nuestra reacción en estos casos tiende a que desarrollemos una completa empatía con la víctima y a situarnos en contra del que lo comete. El incesto tiene enormes dimensiones; las víctimas generan en nosotros sentimientos de posesividad y hacen que nos consideremos muy especiales. Tendemos a ser mucho más comprensivos hacia las víctimas que hacia los verdugos, hasta tal punto que resulta fácil olvidar o ignorar el hecho de que los que lo perpetran hayan podido ser víctimas  también en alguna etapa anterior a sus vidas. Este parecer prejuicioso nos sitúa en una posición parcial que nos impide completamente comprender el fenómeno. 

La importancia de la dinámica familiar para el incesto es tal que no podría exagerarse. No obstante, no siempre se reconoce. La madre no puede reconocer el incesto ya que es incapaz emocional y/o físicamente de responder a las exigencias que se depositan sobre ella como madre que cuida a sus hijos, como esposa y compañera. Se siente demasiado deprimida, indiferente o exhausta como para aceptar sus "obligaciones". En algunas ocasiones, el secreto ha permanecido oculto durante años y años. 

En ocasiones, la hija está inconscientemente en conninvencia con el incesto, no sólo por las demandas de su padre sino también porque responde a la incapacidad de la madre de hacer frente a la situación. A veces se ha convertido incluso en la madre de su propia madre en un esfuerzo por generar intimidad con ella.

El secretismo, ocupa un papel central en esta situación: cada miembro de la familia está implicado, tanto si lo saben como si no lo saben, pero nadie habla del tema. De hecho, una vez que tiene lugar el incesto, es irrelevante que la madre reconozca la posibilidad del incesto o no, si ella lo hubiera podido apreciar desde un principio, el incesto nunca habría tenido lugar. 

La evolución de una situación de incesto atraviesa muchas etapas. Habitualmente comienza con una ruptura enmascarada de la estructura familiar, que quizá no es percibida conscientemente por ninguno de los miembros. Por ejemplo, a  menudo el proceso se inicia con que la mujer se rehusa a mantener relaciones sexuales con el marido, que no se siente adecuado como tal y conduce a una marcada regresión, buscando en sus hijas o hijos no sólo la satisfacción sexual, sino también el calor y la tranquilidad. Estos hombres reaccionan de una forma tan exagerada porque esta nueva situación a menudo les recuerda la pesadilla de sus propias infancias, durante las cuales sufrieron una acumulación de traumas. 

;Muchos pacientes varones que han cometido incesto comentan lo rechazados que se han sentido y cómo esto les ha hecho sentirse empequeñecidos, humillados e inadecuados, de la misma forma que cuando eran pequeños, a causa de una madre posesiva, dominante o negligente. Se siente incapaz de establecer relaciones extramatrimoniales. En estos casos "la solución" parece estar en la seducción de un miembro de la familia, sin encontrar un ápice de cinismo en esta afirmación. 

el incesto influye en una serie de niveles diferentes simultáneamente, en los diferentes miembros de la familia: 
1) Una descarga de las tensiones entre el marido y la mujer. 
2) La satisfacción y la gratificación sexual cuando es fácil obtener y seducir al objeto, o más bien al objeto parcial, siempre de forma muy secreta. 
3) Este secretismo, incluye un grado de reconocimiento y favor especial en la situación de la familia para la criatura en concreto. 
4) Una descarga de intensa hostilidad: la venganza dirigida hacia la mujer ejercida en la persona de "su hija". 
5) El reestablecimiento de algún tipo de dinámica familiar o equilibrio. 
6) La revelación del secreto después de un determinado momento, cuando el incesto deja de ser necesario para la dinámica de la familia. 

Como se ve, el fenómeno es complejo. Repito de nuevo: eso no quita que sea un acto que lastima al otro y como tal, reprobable, pero hay que ver la situación desde todos los ángulos antes de lapidar a una persona y juzgar visceralmente.