el que busca encuentra

jueves, 9 de diciembre de 2010

Días soleados

“Si quieres saber con exactitud cuánto te quiero, tienes que sacar la cuenta de las veces que he empleado una letra: cuántas veces la a, cuántas veces la b, etcétera. Toma ese número, multiplícalo por 10,345 y habrás averiguado aproximadamente el número de besos que me gustaría darte a lo largo de la vida”. 
Simone de Beauvior


Pues sí. Todo pasa. Lo curioso es que ya lo sabía. Todos lo sabemos: la tristeza, el duelo, no dura para siempre. Pero aún cuando es de todos sabido, seguimos insistiendo en tirarnos a la desgracia cuando el desamor nos llega. Parece que se goza. Ya lo dijo José José: "hoy quiero saborear mi dolor..."

Tendencias masoquistas, diríamos algunos. Cuestión de gustos, dirían otros. Pero lo prefiero así a vivir una vida plana, sin sabor, sin cuestas que subir o planos en los cuales tomar un respiro. Alguien (bueno, no "alguien"... you know...) me contaba una vez que su entonces novia terminó con él porque le decía que era muy complicado, que quería una relación donde hubiera paz; se casó con el hombre más tranquilo del mundo. Pero no sabía decir si era feliz, lo único que podía decir era que se sentía tranquila. ¿Es ese el principio de Nirvana? ¿El tan mentado equilibrio? ¿No sentir ni frío ni calor? Suena aburrido. No porque busque intencionadamente el drama, la verdad es que ni falta me hace, es sólo que no puedo imaginarme la vida sin que nada emocionante pase. Aunque eso implique, a veces, algunas lágrimas.

 Y si ahora me siento tan feliz, el recordar que todo pasa, me hace disfrutarlo más. Porque, quizá, esto también pasará...

1 comentario:

Porque lo que se habla no se actúa: